martes, 23 de julio de 2013

UN NOU OBSERVADOR, UN NUEVO OBSERVADOR, A NEW OBSERVER,

C.G. 2011acríl·lic sobre tela.
Dejó de comprar coca-cola, dejó de comprar cualquier refresco, ni bollería industrial, ni tantas cosas, dejó en sus manos cosas que antes dejaba en las de empresas, se encargó de hacerlo, y lo que no se podía hacer no se hacía, sin dar la vara, sin buscar aliados.
Iba cambiando sus actividades, cambiaban sus inquietudes, cambió su forma de cambiar, como construir una canción, como la creación de una pintura, cada cambio es cierto que generaba un esfuerzo.

Las comidas fueron más sabrosas, más saludables y frescas, de elaboración asumible, y daban cierta satisfacción personal, se abarataban gastos, las compras más exigentes, más concretas. Cambió el conocimiento de los alimentos, se asimilaron de forma natural, y pasaban a ser presente.

La biblioteca alimentaba el conocimiento, pero cada vez más, la observación, la reflexión, el descanso contemplativo. Se compraba un libro cuando éste no se encontraba en bibliotecas o era de una singularidad particular. Cada vez más dosificado, sin proponérselo compraba menos libros que años atrás.

La curiosidad pedía más cambios, mejorar los mejorables. Lo hizo con la pintura, aprovechando, dándole una nueva utilidad a aquello, reciclando lo otro, ocupando menos espacio, usando papel, que se acumula con mayor facilidad, pintando sobre aquello que no valía la pena conservar, esto aportó bastante material para hacer cosas.

Venció, o casi, con el vestuario. La ropa que no valía, igualmente se aprovechó, se utilizó a pesar de no entrar en el nuevo modo de vestirse elegido.
Las ropas no llevarían diseños serigrafiados, ni estampados, ni logos, cosa que hacía dificil encontrar prendas, sobretodo para un bolsillo, pobre, si hablamos en términos occidentales.

Poca ropa y de cierta calidad, lo mismo al calzado. Poca ropa realmente.
Era divertido, y pasan los años, y ya son unos cuantos, y cambió, tanto que se acercó más a quien realmente podía ser. O sea, que quizá no cambió, tan solo se retiró, se desprendió de capas de absurdo y contaminante chapapote.
Ese nuevo ser, despojado de muchos de sus absurdos, polinizaba todo.
Muchas cosas necesitaban tiempo, pero sobretodo verdad. Sin verdad no vale.


Se abre otro mundo, no sé si paralelo, pero se abre un mundo de detalles, de sutilezas, de brutalidad, de verdad inocente, de verdad natural. Y en verdad el mundo está ahí para todos, aunque hay empeño en ver solo un poco, y sobretodo ver solo aquello que concierne a la tripa o al capricho.
Pero no hay vuelta atrás, y cierta tristeza aparece, y rabia, y soledad.

Sabiéndo que no es el ratoncito Pérez quien trae presentes cuando cae un diente, pasas a negociar con quien miente, pero conservas el concepto, le pedirás, en nombre del ratoncito Pérez tu regalo, con el diente sobre la mano.



El comentario del autobús: Una señora, que viajaba en un autobús urbano, con presencia de cierta "buena" posición, edad avanzada, unos 78, 80 años, responde a las miradas de un bebé de 18 meses, y dice que está guapo, y que se le ve espabilado para el tiempo que tiene, y que cuando vaya a la guardería se espabilará más.
¿Qué dices, le das la razón aunque no pienses igual, no entras a valorar, no te mojas, le dices que crees lo contrario, que la guardería no puede ofrecerle lo que tú, porque tú lo amas, y añades la pregunta de si ella fue a la guarderia, o si su hija, que debería tener más de 40 años, fue a la guarderia?

El día a día nos da ejemplos de gran fuerza de cambio, de gran aprendizaje, a veces incómodo, a veces rechazado o mal mirado, pero encontrando huecos puede uno colarse, y ver las estrellas, y decirle a otro: Mira allá arriba.